Foto de Pedro Utrera.
Ante el alba y al compás de maitines,
La fragua incandescente,
Fueron tiempos de antruejos reprimidos,
Ocurrió aquella armoniosa tarde de primavera,
Los lugareños del lugar no podían dar crédito,
Se perdió en la noche callada soñolienta,
Era como un rito de querencia,
Domingo soñador de arte y sabiduría,
Fuimos niños impregnado de adobe y paja,
Pensando en sus niños que pedían pan,
Para ti, Extremadura
que con nuestra magia y honestidad,
ANTRUEJOS DEL SILENCIO
ESTA POESÍA SE LA DEDICO
ESTA POESÍA SE LA DEDICO
A MI HERMANO Y AMIGOS DE LA INFANCIA-
Fue aquella mañana tibia de alborear,
Fue aquella mañana tibia de alborear,
a finales de un día de invierno,
donde los raños y los tonos ocre,
daban paso a la primavera,
para hacerse sentir,
los primeros brotes de su belleza.
Ante el alba y al compás de maitines,
la tahona del tío Paco, y tío Nicolás el herrero,
y de aquella emblemática callejina del pueblo,
que junto al campito del horno
armonizaba y se impregnaba,
con aroma a tomillo pan vino y jara.
La fragua incandescente,
con su chisporreteo que la escoria soltaba,
al compás del martilleo,
el herrero afilaba la reja del campesino,
para que el surco y la besana,
fuera más purificada.
Fueron tiempos de antruejos reprimidos,
y a la luz del candil los postigos azuzaban,
desde allí se le cantaba a la galbana,
bajo un sol que te aplastaba.
Ocurrió aquella armoniosa tarde de primavera,
donde los sonoros bolillos de encaje,
dicharacheros en los brazos de Madres enlutadas,
que como un ritual de formas y de costumbres,
al abrigo del campito del horno en la resolana,
se podía leer en mi fachada,
comida licores y camas.
Los lugareños del lugar no podían dar crédito,
que cuatro niños en su inocencia plasmada,
se trincaran una jarra de vino de una asentada,
sin pensar en la reprimenda que les esperaba.
Gabrielin que era más chiquinino,
caía fulminante en la resolana,
de un coma etílico que le daba,
quedando tendido en el suelo,
poco no falto a nosotros,
para salir corriendo despavoridos,
de la reprimenda que nos esperaba.
Félix el más bonachón,
se fue de trillique con tío Nin,
y le calgo una piedra de afilar los liendros,
desde la era del tío Nin,
hasta la era del tío Nicanor.
Se perdió en la noche callada soñolienta,
camino del campo Santo
sin inmutarse de que los muertos hablaran
escarrapachao encima de su burro pardo,
que hasta el caballo blanco de Santiago era pardo,
Era como un rito de querencia,
como si fuera un animal
que marcaba su territorio,
ya que para el comerse un huevo frito
en la dehesa boyal,
nos da una idea de lo que somos y fuimos.
Domingo soñador de arte y sabiduría,
que se fue a mirarle lasnalgas a las mocitas
que lavaban en la royo de la cuertita,
fue monaguillo y seminarista,
se bebía el vino de la sacristía,
y allí aprendió a ser solidario,
con los seres humanos vienen de la otra orilla.
Yo me perdí en el tiempo,
escondido en una tinaja de vino,
para narrar le esta historia verídica,
que ocurrió en el pueblo de Casillas,
entre meandros de cielo azul en su alcoba,
donde la complicidad de su belleza se contagia,
con la bondad y dignidad de sus moradores.
Fuimos niños impregnado de adobe y paja,
que junto a las lanchas de pizarra,
y a la luz del candil en la taberna de mis Padres,
como cada mañana y al filo del alba,
acudían los campesino con sus aperos a hombros,
y el morral con sus viandas escasas,
para tomarse la aguardiente,
para aliviar sus desgarradas gargantas.
Pensando en sus niños que pedían pan,
y el día del tálamo una ofrenda de pastel,
para seguir siendo reprimidos
en la hipocresía de querer y no poder,
de aquellos antruejos del silencio rana,
que esta la cigüeña en el charco.
Para ti, Extremadura
porque tu eres alma Corazón y vida,
que hoy con el paso del tiempo,
te seguimos venerando,
a nuestra manera de ser y de sentir,
con la misma fuerza que nuestros Padres
nos dejaron ante tu presencia,
inculcándonos los valores y la dignidad,
y sobre ponerse a la adversidades
de aquellos tiempos difíciles,
que con nuestra magia y honestidad,
y la sabiduría de nuestra gente
saldremos adelante,
dando lo mejor que sabemos hacer los extremeños,
que es luchar por nuestra tierra.
poesía de-
Pedro Utrera.