Mi memoria me hizo recordar,
que yo allí de niño,
ya había estado antes.
Al compás de maitines,
y el chirriar de mi ventana,
donde están los geranios
que yo allí contemplaba.
La misma troje,
la misma tinaja,
donde yo me escondía,
de los señoritos que mandaban.
Cuatro jarones´ en la lumbre,
humeante a la matanza,
el gato runrunea junto a sus nangas,
y yo con cabrillas en las patas.
El puchero junto al fuego,
con sus viandas escasas,
yo miraba y miraba!
y maldita sea mi estampa.
La misma cocina,
la misma ventana,
los mismos rayitos,
que entraban por mi ventana.
Sus paredes impregnada,
con aromas a tomillo y jara,
yo me llene de su fragancia,
contemplando la matanza.
El puchero junto al fuego,
como un ritual de cada mañana,
los garbanzos se cocían,
mientras yo al tocino le decía.
Pasa canetè,
que yo allí de niño,
ya había estado antes.
Al compás de maitines,
y el chirriar de mi ventana,
donde están los geranios
que yo allí contemplaba.
La misma troje,
la misma tinaja,
donde yo me escondía,
de los señoritos que mandaban.
Cuatro jarones´ en la lumbre,
humeante a la matanza,
el gato runrunea junto a sus nangas,
y yo con cabrillas en las patas.
El puchero junto al fuego,
con sus viandas escasas,
yo miraba y miraba!
y maldita sea mi estampa.
La misma cocina,
la misma ventana,
los mismos rayitos,
que entraban por mi ventana.
Sus paredes impregnada,
con aromas a tomillo y jara,
yo me llene de su fragancia,
contemplando la matanza.
El puchero junto al fuego,
como un ritual de cada mañana,
los garbanzos se cocían,
mientras yo al tocino le decía.
Pasa canetè,
que contigo nadie se mete,
acto y seguido le dije al chorizo,
alto mi capitán,
acto y seguido le dije al chorizo,
alto mi capitán,
te vas a ver preso,
entre dos cachos de pan.
entre dos cachos de pan.
Poesía de-
Pedro Utrera.
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