Camina por la Villa de Hervás,
un transeúnte,
que cuenta las historias,
hechas realidad.
Con su figura y sus andares,
no hay más que hablar; se trata,
de “Jesús el pastorcillo”
el de la sierra de Hervás.
En los años de fatiga y penumbra,
nadie le enseño a amar,
aprendió a tocar la flauta,
escuchando a los pájaros cantar.
Camina con su postura empalada,
para sentirse más cómodo,
y que su figura sea más igualada,
cubriéndose sus ojos con su boina calada,
haciendo ver a la gente
un transeúnte,
que cuenta las historias,
hechas realidad.
Con su figura y sus andares,
no hay más que hablar; se trata,
de “Jesús el pastorcillo”
el de la sierra de Hervás.
En los años de fatiga y penumbra,
nadie le enseño a amar,
aprendió a tocar la flauta,
escuchando a los pájaros cantar.
Camina con su postura empalada,
para sentirse más cómodo,
y que su figura sea más igualada,
cubriéndose sus ojos con su boina calada,
haciendo ver a la gente
que la sierra, es su más fiel aliada
más , con su peculiar “dicharacheo”
y su garrota de “ogaranzo”,
y su flauta de bajo del brazo,
nos entonaba una melodía
entre música Árabe y sefardí,
donde los lugareños del lugar y forasteros
se quedaban prendados, de la figura insigne
de la flor y nata de Hervás.
Y desde ese mismo lugar
exclamaba diciendo a la gente:
"vela allí esta, la portilla del lobo,
donde yo hacia fuego,
para ahuyentar a los lobos,
y más abajo el chorro “jituero”
donde yo allí reflejaba,
las penas de mi sufrimiento".
Y desde su hábitat natural
esta es la historia,
de un hombre sencillo y cabal,
que en su época fue “marginao”
por ser diferente y “desgalbao”
este personaje tan peculiar
y su garrota de “ogaranzo”,
y su flauta de bajo del brazo,
nos entonaba una melodía
entre música Árabe y sefardí,
donde los lugareños del lugar y forasteros
se quedaban prendados, de la figura insigne
de la flor y nata de Hervás.
Y desde ese mismo lugar
exclamaba diciendo a la gente:
"vela allí esta, la portilla del lobo,
donde yo hacia fuego,
para ahuyentar a los lobos,
y más abajo el chorro “jituero”
donde yo allí reflejaba,
las penas de mi sufrimiento".
Y desde su hábitat natural
esta es la historia,
de un hombre sencillo y cabal,
que en su época fue “marginao”
por ser diferente y “desgalbao”
este personaje tan peculiar
merece la pena que sea inmortal.
Poema de
Pedro Utrera.
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