Mientras mi amada duerme,
placidamente,
bajo mi sabanas blancas,
los pajarillos dormitan,
bajo la hojarasca rosadas.
Tras de mi ventana observo,
La calle abajo,
como los farolillos encendidos,
hacen de la noche,
más mágica y más dorada.
Laberintos de callejuelas,
marañas entrecruzadas,
que la mirada de aquel niño,
felizmente observaba.
Detrás de su postigo,
y atónito en sus ojos,
una araña se deslizaba,
quedando aquel niño atrapado,
por el embrujo de aquella araña.
Mágico aquel niño,
en su habitación dorada.
Mágico los pajarillos,
que gorgojean,
tras sentir la madrugada.
Mágica mi amada,
que duerme placidamente,
sabiendo que es amada.
Mágico el poeta en su gesta,
que plasma lo divino,
esperando a la luz del alba
placidamente,
bajo mi sabanas blancas,
los pajarillos dormitan,
bajo la hojarasca rosadas.
Tras de mi ventana observo,
La calle abajo,
como los farolillos encendidos,
hacen de la noche,
más mágica y más dorada.
Laberintos de callejuelas,
marañas entrecruzadas,
que la mirada de aquel niño,
felizmente observaba.
Detrás de su postigo,
y atónito en sus ojos,
una araña se deslizaba,
quedando aquel niño atrapado,
por el embrujo de aquella araña.
Mágico aquel niño,
en su habitación dorada.
Mágico los pajarillos,
que gorgojean,
tras sentir la madrugada.
Mágica mi amada,
que duerme placidamente,
sabiendo que es amada.
Mágico el poeta en su gesta,
que plasma lo divino,
esperando a la luz del alba
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