Nací en Casillas de Coria, envuelto en lagrimas de pureza un 22 de Febrero de 1.949, de donde tuve que emigrar al País Vasco en el año 1.963, junto con mis Padres y Hermanos, ya que por aquel entonces la necesidad era obligada. Fue el año que mataron al presidente Kennedy. Pero 3 años antes, tuve que dejar la escuela para ponerme a trabajar y ayudar a la economía de la casa, que no era muy boyante, y había que trabajar arrancando jaras para los señores de antes, ya que si querías comer no había más remedio que doblar la rabadilla. Yo, que fui mal estudiante y pocas oportunidades que nos dio la vida, aquí me encuentro sin estudios académicos. Pero no son menos importante los estudios que me ha enseñado la vida, por ejemplo junto a mis Padres, que me enseñaron a ser persona y a tener dignidad, y caminar y hacer que caminen los demás, porque esa es mi visión de la vida, a través de los pueblos de su gente sencilla, de su belleza, rebuscando en los entresijos de la propia vivencia de la vida. Esta es mi poesía que me sale de mi adentro, como se dice en el argot flamenco, me sale de lo más jondo, y expresamos al dolor y la fatiga y a las penurias que hemos “pasao”, porque no nos olvidemos de donde venimos, del arado de la trilla del yunque y la fragua. Y como suelo decir yo: Soy amigo del viento, entre dos aguas me crié, soy de Casillas de Coria, de un rincón extremeño, por si ustedes lo quieren saber.



jueves, 27 de noviembre de 2008

DESDE TU MIRADOR

Hervás- Foto de Pedro Utrera

Hervás!
visitada y trajinante
y bulliciosa en sus calles,
declarada conjunto histórico
de interés cultural.


Barrio judío escondido al sol,
con su fuente chiquita
vertiendo lágrimas;
por los amores incomprendidos
entre judíos y cristianos.


Iglesia del castillo mirador,
cuentan en tus leyendas
que en tu fortaleza,
un tesoro de misterios
de embrujo de amores,
entre Zoraida y José María;
que dejaron grabado,
en los anales de la historia.


Calle de Gonzalez fiori,
seis columnas templarías
sostienen la casa del miedo;
arrastrando cadenas
entre quejios y lamentos.


Iglesia del convento
trinitarios descalzo,
su retablo una reliquia de arte,
Cristo del perdón
con su imagen perfecta,
suplicando amor;
Hervás te venera
con pañuelos de sangre,
de tu sudor.


Desde tu mirador
el más sorprendido soy yo,
porque presiento
que me están observando;
Con tu ojo de buey
desde verdes campiñas
pámpanos verdes grises olivares.


Se extiende por la ladera oeste
arquerías de encanto,
con su Museo de la moto clásica;
que me hace traspasar
la barrera del tiempo.


Y de norte a sur,
la sierra de Hervás
con su pinajarro,
cabalgando entre nubes
de sabanas blancas,
donde se diluye su pureza
entre galerías y gargantas,
para convertirse
en arroyitos de agua clara.


Y mirando hacia el sur,
la primavera abandona
los raños y a los tonos ocres,
para vestirse de verde amarillo violeta,
a sabiendas que su belleza,
es compartida con trigales y amapolas.


Poema de
Pedro Utrera.

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