Nací en Casillas de Coria, envuelto en lagrimas de pureza un 22 de Febrero de 1.949, de donde tuve que emigrar al País Vasco en el año 1.963, junto con mis Padres y Hermanos, ya que por aquel entonces la necesidad era obligada. Fue el año que mataron al presidente Kennedy. Pero 3 años antes, tuve que dejar la escuela para ponerme a trabajar y ayudar a la economía de la casa, que no era muy boyante, y había que trabajar arrancando jaras para los señores de antes, ya que si querías comer no había más remedio que doblar la rabadilla. Yo, que fui mal estudiante y pocas oportunidades que nos dio la vida, aquí me encuentro sin estudios académicos. Pero no son menos importante los estudios que me ha enseñado la vida, por ejemplo junto a mis Padres, que me enseñaron a ser persona y a tener dignidad, y caminar y hacer que caminen los demás, porque esa es mi visión de la vida, a través de los pueblos de su gente sencilla, de su belleza, rebuscando en los entresijos de la propia vivencia de la vida. Esta es mi poesía que me sale de mi adentro, como se dice en el argot flamenco, me sale de lo más jondo, y expresamos al dolor y la fatiga y a las penurias que hemos “pasao”, porque no nos olvidemos de donde venimos, del arado de la trilla del yunque y la fragua. Y como suelo decir yo: Soy amigo del viento, entre dos aguas me crié, soy de Casillas de Coria, de un rincón extremeño, por si ustedes lo quieren saber.



martes, 28 de abril de 2009

Foto de Pedro Utrera.

ANTRUEJOS DEL SILENCIO

ESTA POESÍA SE LA DEDICO
A MI HERMANO Y AMIGOS DE LA INFANCIA-


Fue aquella mañana tibia de alborear,

a finales de un día de invierno,

donde los raños y los tonos ocre,

daban paso a la primavera,

para hacerse sentir,

los primeros brotes de su belleza.


Ante el alba y al compás de maitines,

la tahona del tío Paco, y tío Nicolás el herrero,

y de aquella emblemática callejina del pueblo,

que junto al campito del horno

armonizaba y se impregnaba,

con aroma a tomillo pan vino y jara.


La fragua incandescente,
con su chisporreteo que la escoria soltaba,

al compás del martilleo,

el herrero afilaba la reja del campesino,

para que el surco y la besana,

fuera más purificada.


Fueron tiempos de antruejos reprimidos,

y a la luz del candil los postigos azuzaban,

desde allí se le cantaba a la galbana,

bajo un sol que te aplastaba.


Ocurrió aquella armoniosa tarde de primavera,

donde los sonoros bolillos de encaje,

dicharacheros en los brazos de Madres enlutadas,

que como un ritual de formas y de costumbres,

al abrigo del campito del horno en la resolana,

se podía leer en mi fachada,

comida licores y camas.


Los lugareños del lugar no podían dar crédito,

que cuatro niños en su inocencia plasmada,

se trincaran una jarra de vino de una asentada,

sin pensar en la reprimenda que les esperaba.

Gabrielin que era más chiquinino,

caía fulminante en la resolana,

de un coma etílico que le daba,

quedando tendido en el suelo,

poco no falto a nosotros,

para salir corriendo despavoridos,

de la reprimenda que nos esperaba.

Félix el más bonachón,
se fue de trillique con tío Nin,
y le calgo una piedra de afilar los liendros,

desde la era del tío Nin,

hasta la era del tío Nicanor.


Se perdió en la noche callada soñolienta,
camino del campo Santo

sin inmutarse de que los muertos hablaran

escarrapachao encima de su burro pardo,

que hasta el caballo blanco de Santiago era pardo,


Era como un rito de querencia,
como si fuera un animal

que marcaba su territorio,

ya que para el comerse un huevo frito

en la dehesa boyal,

nos da una idea de lo que somos y fuimos.


Domingo soñador de arte y sabiduría,

que se fue a mirarle lasnalgas a las mocitas

que lavaban en la royo de la cuertita,

fue monaguillo y seminarista,

se bebía el vino de la sacristía,

y allí aprendió a ser solidario,

con los seres humanos vienen de la otra orilla.


Yo me perdí en el tiempo,

escondido en una tinaja de vino,

para narrar le esta historia verídica,

que ocurrió en el pueblo de Casillas,

entre meandros de cielo azul en su alcoba,

donde la complicidad de su belleza se contagia,

con la bondad y dignidad de sus moradores.


Fuimos niños impregnado de adobe y paja,

que junto a las lanchas de pizarra,

y a la luz del candil en la taberna de mis Padres,

como cada mañana y al filo del alba,

acudían los campesino con sus aperos a hombros,

y el morral con sus viandas escasas,

para tomarse la aguardiente,

para aliviar sus desgarradas gargantas.


Pensando en sus niños que pedían pan,

y el día del tálamo una ofrenda de pastel,

para seguir siendo reprimidos

en la hipocresía de querer y no poder,

de aquellos antruejos del silencio rana,

que esta la cigüeña en el charco.


Para ti, Extremadura

porque tu eres alma Corazón y vida,

que hoy con el paso del tiempo,

te seguimos venerando,

a nuestra manera de ser y de sentir,

con la misma fuerza que nuestros Padres

nos dejaron ante tu presencia,

inculcándonos los valores y la dignidad,

y sobre ponerse a la adversidades

de aquellos tiempos difíciles,

que con nuestra magia y honestidad,
y la sabiduría de nuestra gente

saldremos adelante,

dando lo mejor que sabemos hacer los extremeños,

que es luchar por nuestra tierra.

poesía de-
Pedro Utrera.

No hay comentarios: