Nací en Casillas de Coria, envuelto en lagrimas de pureza un 22 de Febrero de 1.949, de donde tuve que emigrar al País Vasco en el año 1.963, junto con mis Padres y Hermanos, ya que por aquel entonces la necesidad era obligada. Fue el año que mataron al presidente Kennedy. Pero 3 años antes, tuve que dejar la escuela para ponerme a trabajar y ayudar a la economía de la casa, que no era muy boyante, y había que trabajar arrancando jaras para los señores de antes, ya que si querías comer no había más remedio que doblar la rabadilla. Yo, que fui mal estudiante y pocas oportunidades que nos dio la vida, aquí me encuentro sin estudios académicos. Pero no son menos importante los estudios que me ha enseñado la vida, por ejemplo junto a mis Padres, que me enseñaron a ser persona y a tener dignidad, y caminar y hacer que caminen los demás, porque esa es mi visión de la vida, a través de los pueblos de su gente sencilla, de su belleza, rebuscando en los entresijos de la propia vivencia de la vida. Esta es mi poesía que me sale de mi adentro, como se dice en el argot flamenco, me sale de lo más jondo, y expresamos al dolor y la fatiga y a las penurias que hemos “pasao”, porque no nos olvidemos de donde venimos, del arado de la trilla del yunque y la fragua. Y como suelo decir yo: Soy amigo del viento, entre dos aguas me crié, soy de Casillas de Coria, de un rincón extremeño, por si ustedes lo quieren saber.



viernes, 17 de abril de 2009

Casillas de Coria

Foto- de Pedro Utrera-


MI PUEBLO TIENE DOS TORRES





Al despertar la mañana,

los rayitos de soles,

entraban por su ventana,

las campanas al vuelo,

aleluya en su morada.





Tejados viejos y silenciosos,

el cine viejo bajo su almohada,

los raños y los tonos ocre,

para despertar luto campana.



Camina aquel niño,

con su piel curtida y aceitunada,

va dejando patente en el camino,

que es su tierra Casilla.





Perenne y perpetua

la escarcha de la mañana,

con su blanco satén,

con bolillos de encaje,

y faldriqueras también.





Frente al sol naciente,

con sus manos agrietadas,

va rimando sus poemas,

al compás de tomillo y jara.



Mi pueblo tiene dos torres,

la una no tiene campana,

y la otra la tiene,

para despertar a mi amada.



Soy de la alta Extremadura,

mis orígenes son poleanà,

soy vestigio de la conquista,

y mi poesía sencilla y llana.



Le dedico esta poesía mía,

a todas las Madres de la patria mía,

especialmente a la mía,

porque de ella aprendí,

a ser humilde entre los humildes,

y desde lo más hondo de mi Corazón,

para ti Madre poesía y belleza,

de antonomasia sublime.



Poemas de-


Pedro Utrera.


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